sábado, 24 de marzo de 2012

Es de desear

Mamá lavó los pañales que me puso.
A ella le pusimos los de usar y tirar.
No aceptaba no controlar.
Esa fue una de las razones que le llevaron a caer tantas veces. Quería llegar a tiempo y mantenerlo seco.
En muchos momentos conseguía su objetivo y eso le hacía exclamar, que no necesitaba a nadie, que ella se valía.
No quería que le vistieran o desvistieran.
Sólo a mí me lo permitía.
Cuando en el hospital se vio incapaz de valerse, se desmoralizó tanto que cambió su actitud.
No sentí esa frustración.
La animé a superarlo y recobrarse.
Ella sabía que no lo conseguiría. Que había llegado a puerto.
Yo, hasta el último momento, confié.
Ella no.
Se despidió.
Lo acepté.
Mis sueños, hoy, me han colocado en la situación que no se da, en ese tiempo en que nuestros enfermos no se valen y se alarga todo.
A su hermano, mi tío Manolo, lo tuvimos casi dos años cruzado en la cama.
A veces, resbalaban silenciosas lágrimas por su cara.
¿De qué sirve tanto medicamento y atención hospitalaria, ni no se salva lo que se quiere salvar?
Cerrar el ciclo sin mucho tiempo en la espera, es de desear.

No hay comentarios: